lunes, 7 de noviembre de 2011

La Daga de Cobre: Capitulo XXIII

Bienvenidos! Vigesimo tercer capitulo de La Daga de Cobre, "Combate en el Puerto"! Moviendonos certeros hacia el final!

                                 XXIII

Combate en el Puerto

Juliana regresó a la mansión de Peralta, no tanto porque fuera costumbre suya cumplir su palabra sino porque pretendía sonsacarle más información a “la comadreja”. El gaucho llevaba algo muy importante, evidentemente, pero su conversación con Ariel no le dijo nada importante. Juliana le hizo un resumen a Peralta quien no quedó satisfecho.
- ¿Y entonces, no pudiste averiguar adonde se dirigen?
- No me lo dijo y no quise seguir indagándole. Están parando en una posada por ahí, búsquela ud y pregúntele.
- ¡Eso no es excusa! ¡Te di una orden!
- Yo no trabajó para ud, no soy uno de sus perritos falderos. Si tanto quiere averiguar, mueva el culo de esa silla y hágalo ud mismo. Ya cumplí mi parte, así que no me moleste.
- ¡Maldita mocosa de mierd...
Peralta amagó sacar su pistola del cajón pero se dio cuenta de que Juliana tenia la mano en la suya y sabía que a pesar de su edad y apariencia era mucho mejor y mas rápida tiradora. (...)

http://www.4shared.com/document/KUiCyLNi/Capitulo_XXIII.html

 
                                                      XXIII

Combate en el Puerto

Juliana regresó a la mansión de Peralta, no tanto porque fuera costumbre suya cumplir su palabra sino porque pretendía sonsacarle más información a “la comadreja”. El gaucho llevaba algo muy importante, evidentemente, pero su conversación con Ariel no le dijo nada importante. Juliana le hizo un resumen a Peralta quien no quedó satisfecho.
- ¿Y entonces, no pudiste averiguar adonde se dirigen?
- No me lo dijo y no quise seguir indagándole. Están parando en una posada por ahí, búsquela ud y pregúntele.
- ¡Eso no es excusa! ¡Te di una orden!
- Yo no trabajó para ud, no soy uno de sus perritos falderos. Si tanto quiere averiguar, mueva el culo de esa silla y hágalo ud mismo. Ya cumplí mi parte, así que no me moleste.
- ¡Maldita mocosa de mierd...
Peralta amagó sacar su pistola del cajón pero se dio cuenta de que Juliana tenia la mano en la suya y sabía que a pesar de su edad y apariencia era mucho mejor y mas rápida tiradora. Peralta siseó de impotencia y dejo que Juliana se retirase. Don Bruma, que había estado escuchando todo, salió de la sombras con una sonrisa asesina. 
- ¿Y ud de que tanto se ríe, acaso averiguó algo?
- Hoy me lo cruce en la playa.
- ¿Y bien? ¿La tiene?
- Definitivamente. Era el Anta Lluki. Su poder es asombroso. Un autentico tesoro de los incas. 
- Entonces la Qullqi Chuki también esta en su poder. Es perfecto. Con esto probare mi valía ante los ancianos. Don Bruma, usted encárguese de ese gaucho. Haga lo que quiera con el y el mocoso que lo acompaña pero tráigame esas armas!
Don Bruma se relamió gustoso. 
                           * * * * *
- ¿Un nakaq, dijo?
Ariel había llegado de muy tarde a la hostería y se sorprendió al encontrar a Soledad atendiendo las heridas de su maestro. Su brazo derecho sangraba profusamente y le costaba respirar. Ariel identificó los síntomas como la presión ejercida por la Anta Lluki.
- Si, definitivamente eso era. No desenvainó su hoja pero por la empuñadura me di cuenta que era curvo. Además su excesivo aire asesino lo delataba.
- He oído hablar de ellos.- comentó Soledad.- Ahora los llaman Pishtacos. Son  asesinos a sueldo pero mucho más sanguinarios que un simple sicario. Asaltan a las personas en los caminos solitarios, las degüellan y les extraen la grasa del cuerpo.
Ariel quedo asqueada por la descripción.
- Lo único favorable que se cuenta de ellos es que no pueden delatar a su empleador. Se quitarían la vida antes de hacerlo. Es parte de su código.
- ¿Va a enfrentarlo, maestro?
- No creo que me queden muchas opciones. Tenemos que llegar rápido al…
- Al mar, lo se.
Ambos se miraron en silencio. Sabían que Soledad no podía escuchar la voz antigua y pesada que llenaba el cuarto.
- Respecto a eso…- dijo Soledad- Yo puedo conseguirles un barco.
- ¿En serio?
- Si. Muchos marineros pasan aquí la noche al desembarcar así que conocemos a la mayoría de los capitanes. Estoy segura  que alguno les dejara viajar por un módico precio.
- Muchísimas gracias, Soledad.
- No hay cuidado y por favor, díganme Sol.  Ahora señor, voy a buscarle vendas nuevas. Con permiso.
- Gracias, Sol.
En cuanto Soledad se fue, el sonido de la voz se hizo más fuerte. Ariel vio como sus maestro se deterioraba, tosiendo sangre e incapaz de mantenerse despierto. Ariel se permitió hacer algo que normalmente no haría, se sentó a su lado y apoyó la cabeza en su hombro, quedándose dormidos los dos.
                           * * * * * 
A la mañana siguiente, Ariel viajó sola al puerto, dejando a su maestro al cuidado de Soledad mientras consultaba sus referencias. Gracias a su fluidez en varios idiomas, Ariel logró entablar negocios con la mayoría de los capitanes. También descubrió que la ayuda ofrecida por Juliana no hubiese sido muy útil ya que la mayoría la tenía como una ladrona y mentirosa. Finalmente, Ariel dio con un barco con destino a Gia Dinh pero el capitán tenía una condición, deshacerse de un mercenario que buscaba extorsionar al dueño del barco. Ariel no pudo reprimir una sonrisa al ver que el mercenario en cuestión no era otro que Gorrichi. El pobre terminó flotando dentro de un barril, culo para afuera.
Con el transporte asegurado, ahora solo faltaba traer a su maestro para así evitar ese duelo innecesario. Con el debido tiempo, el maestro se recuperara y podrá lidiar con los peligros que rodearan a la segunda pieza, se decía Ariel.  Pero los problemas estaban lejos de terminar.
Esperándola en el muelle había un hombre de traje fino, sonrisa desagradable, fumando un habano y rodeado de una docena de guardaespaldas. Ariel no lo conocía pero se le hacía desagradable de solo verlo. 
- Tengo entendido que acaba de alquilar mi barco. Porque vera… esta embarcación, como muchas otras en este puerto, me pertenecen...
- Gracias por su generosidad.
- Por nada. Pero mucho me temo que el precio ha aumentado. Para viajar en mi embarcación el precio requerido será una pieza de cobre. Una daga, para ser precisos. 
- Es un agente del Magno Oncoy.
- Que muchachito mas inteligente…- dijo, enseñándole el tatuaje. 
- Soy mujer.
- …lo que sea. Dime donde están el gaucho y las armas o si no…-  y chasqueó sus dedos para ordenar a sus hombres apuntar.
- Si pretendes llegar a mi maestro… primero tendrás que pasar por encima mío!!!
- Otra mocosa insolente… ¡Abran fueg…
Ariel era lo bastante lista como para no dejarle dar la orden. Usando su rebenque, desarmó a la mayoría de sus guardaespaldas y ya estaba encima de Peralta, dispuesta a clavarle su puñal, en un parpadeo. Por desgracia, no presto la atención debida y el golpe de uno la alejó de su objetivo. Ariel se apoyó en su mano y respondió al ataque.
¡Estilo Estrella Federal! ¡Refocilo Boliado!
El golpe derribó a varios de los guardias y le hizo un buen corte en el pecho a Peralta. Enseguida, el resto la rodearon. No podían apuntarle porque Ariel se movía demasiado rápido pero eran diestros y estaban armados con dagas, espadas y hoces. Uno de ellos inclusive usaba una enorme hacha y no le importaba atravesar a sus propios compañeros para llegar a Ariel.  Ella usó su poncho para enredar al más pequeño del grupo y lo hizo girar, derribando a varios. Uno armado con un látigo logró enredarle el pie y la tiró en el piso, dejándola al descubierto para el del hacha.
Del cielo descendió un ave en picada, lastimando el rostro del matón, salvándole la vida a Ariel. Ella reconoció al ave. De dos disparos certeros, Juliana desarmó a dos y se posicionó como escudo frente a su amiga. 
- Te dije que necesitarías mi ayuda. 
- Ni tanto. Tenés muy mala reputación por estos pagos. 
- Nah, me tienen envidia porque soy la única mujer sin vello en el rostro en todo el puerto.
Peralta ordenó, sangrando y encolerizado, a sus hombres que dejasen de jugar y las matarán a las dos. Trabajando juntas, Ariel y Juliana dieron cuenta rápidamente del resto hasta solo dejar al grandote del hacha. Juliana se separó para confrontar a Peralta. 
- ¡Juliana, maldita seas! ¿Qué estas haciendo?
- Le dije que no trabajaba para ud.
- Tu pequeñ…
Antes de poder desenfundar, Juliana le encajó una patada en el rostro, destrozándoselo. 
Juliana regresó al combate donde Ariel estaba atorada con el grandote y su enorme hacha. No podían superarlo en fuerza pero tenían la ventaja de la agilidad y el terreno. Usaron las cuerdas de amarre para escapar y conducirlo a un área cerrada desde donde poder acorralarlo. Adivinando su plan, el grandote comenzó a cortar las cuerdas, haciendo que los barcos flotasen a la deriva.
Formulando un plan en silencio, las chicas arrojaron sus ponchos al aire. Ignorando sus piruetas, el grandote fue directo con la que primero cayó frente suyo. Asestó un potente hachazo contra Ariel pero ésta enredó ambos ponchos, logrando la suficiente presión para detener su arma. Viendo que su arma había quedado incapacitada, comprendió que había caído en una trampa pero fue demasiado tarde. El disparo de Juliana le dio directo entre los ojos.
- ¿No vas a *ah ah* hacerme escándalo porque lo maté, no?- preguntó Juliana exhausta.
- No *ah ah* no, solo…
El sonido de un disparo atravesó el aire. La bala hizo lo propio con el brazo de Juliana, derribándola. Con el rostro hecho pedazos, Peralta gritaba insultos y las apuntaba.
- ¡NalditaNocozadezagradezidayavizteloquetepasoehcondemadapuda!
Rugiendo de furia, Ariel le arrojó sus boleadoras encendidas. El impacto destrozó aun más su rostro y cubrió de flamas su ropa. Todo chamuscado, Peralta cayó inconsciente.
Ariel corrió hacia su amiga herida pero antes de llegar un banco de niebla cubrió la dársena y Don Bruma se apareció de golpe, sosteniendo a Juliana por el cuello. 
- Ah, pero si es el pequeño discípulo del Infernal...
- ¡¡Soltá a Juliana ahora mismo!!
- Ahh, que hermosa y suavecita piel…- dijo, lamiéndole la cara. 
Ariel intentó acercársele pero Don Bruma desenvainó y le cortó la camisa en un solo movimiento.
- Ah, mirá que sorpresa…resulto que era niña, jeh
Ariel lo miraba con furia, su pecho sangrando.
- Tu maestro tenía razón. No estas preparada para enfrentarme pero el es otra historia…
- Mi maestro ahora esta lastimado. No puede pelear.
- Dejemos que el decida, te parece? Decile que vaya a buscarme a las Tierras del Curato, allí no habrá interrupciones. Y decile que llegue temprano o me haré un jabón con ésta…
 Ariel solo podía mirarlo con impotencia y bronca en su mirar.
- Lindos ojos. Ah, cierto. Decile también que traiga las dos Armas del Potosí. 
- Ese tipo es su empleador, de no?
- No puedo revelar el nombre de mi empleador, ni tampoco desobedecer sus mandatos. Es parte del código del nakaq. En lo personal, esas armas me importan un barajo pero si son lo necesario para tener un duelo con tu maestro…
Y con una risa macabra Don Bruma hizo honor a su nombre, desapareciendo en un manto de niebla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario