sábado, 22 de octubre de 2011

Intermedio: El Familiar

Bienvenidos! Continuamos con nuestro intermedio de relatos de terror! Ahora les ofrecemos, El Familiar!
A celebrar Halloween!

El Familiar


Nos gustaba la casa porque era nuestra. Nuestros padres murieron cuando yo era muy niña y desde entonces solo fuimos nosotras dos, mi hermana y yo. Mi hermana nunca se casó, ni siquiera tuvo novio, se dedicó completamente a cuidarme y yo a la vez me aboqué a atender de la casa. Mi hermana trabajaba como recepcionista telefónica mientras yo iba a la mañana a la escuela. A la tarde, mientras ella entraba al segundo turno, yo barría el comedor (el cual nunca usábamos), limpiaba los muebles, trapeaba la cocina, lavaba los platos y preparaba la cena para cuando ella volviese a la noche. Cenábamos y escuchamos la radio un rato juntas y luego nos acostábamos. Nuestro universo era la cocina y los dormitorios. Un refugio privado para nosotras dos, donde no podíamos ser perturbadas por el mundo exterior. Sin amigos, sin visitas, sin parientes cercanos. Solo nosotras dos.
(...)

http://www.4shared.com/document/1rSSOGu9/El_Familiar.html

El Familiar


Nos gustaba la casa porque era nuestra. Nuestros padres murieron cuando yo era muy niña y desde entonces solo fuimos nosotras dos, mi hermana y yo. Mi hermana nunca se casó, ni siquiera tuvo novio, se dedicó completamente a cuidarme y yo a la vez me aboqué a atender de la casa. Mi hermana trabajaba como recepcionista telefónica mientras yo iba a la mañana a la escuela. A la tarde, mientras ella entraba al segundo turno, yo barría el comedor (el cual nunca usábamos), limpiaba los muebles, trapeaba la cocina, lavaba los platos y preparaba la cena para cuando ella volviese a la noche. Cenábamos y escuchamos la radio un rato juntas y luego nos acostábamos. Nuestro universo era la cocina y los dormitorios. Un refugio privado para nosotras dos, donde no podíamos ser perturbadas por el mundo exterior. Sin amigos, sin visitas, sin parientes cercanos. Solo nosotras dos.
Pero nuestro paraíso no era tan perfecto. El salario de mi hermana era insuficiente para pagar las deudas y empezaron a cortarnos los servicios. Primero la luz, luego el gas (teniendo que comprar una garrafa) y ultimo, el agua. Nuestros padres habían dejado un préstamo sin pagar en el banco, que empezó a encarecerse cada vez más. Empezaron las intimaciones, mensualmente por teléfono al comienzo y una carta a la semana después, las cuales se fueron apilando en un rincón de la entrada, convirtiéndose en una verdadera montaña.
Me ofrecí a tomar un empleo pero mi hermana no me dejó, "una señorita no trabaja" me dijo, pero cuando le quise retrucar me calló de un sopapo y luego me pidió perdón llorando. Un día vino un hombre a casa, petiso, con cara de sapo y una sonrisa lasciva. Se encerró con mi hermana en la cocina y hablaron durante como media hora. Cuando entré para retirar el café se levantó, dejó un sobre con dinero y le dijo a mi hermana que lo pensase. Mi hermana lloraba y yo no entendía porque y no me atreví a preguntarle.
                               * * * * *
 Una noche cuando mi hermana se fue a dormir temprano, agotada de tanto llanto y trabajo, yo me quede sentada en la mesa de la cocina, con la oreja pegada a la radio, tratando de no pensar en nada. Era pasada la medianoche, la una de la madrugada exactamente, cuando ya hace rato que terminó la programación y solo se escuchaba el zumbido de la estática. Fue entonces, cuando ya medio cabeceaba, que escuche este anuncio publicitario emitido por una voz metálica y de ultratumba:

Si tiene alguna propiedad que desea proteger, contáctese con El Familiar al siguiente teléfono. XXXXXX
Lo protegerá por ud.
Como dije estaba medio dormida, así que pude haberlo soñado, porque encima al terminar el mensaje volvió la estática con más fuerza que antes, pero el mensaje era tan ominoso y oportuno que quedó grabado en mi cabeza los días siguientes.
                             * * * * *
 Unos días después, fui a visitar a mi hermana al trabajo, como hacia de vez en cuando, y le llevé el almuerzo. Todos en el trabajo de mi hermana eran agradables pero se notaba que ella llegaba cansada después de tantas horas allí encerrada. Igualmente me gustaba este rato juntas porque podíamos vernos en un horario en que generalmente estábamos separadas. En un momento dado, su jefe la llamó para algo y yo me quede sola. Al lado mió había un teléfono. Los seis dígitos del anuncio de El Familiar resonaban en mi cabeza y yo miraba nerviosa el teléfono, preguntándome si llamar o no pero cuando vi la silueta distorsionada de mi hermana a través del vidrio de la puerta, siendo regañada por su jefe, me decidí y descolgué la bocina y marqué el número. Sonó tres veces y cuando estaba a punto de colgar contestaron,  pero lo único que se escuchaba era un profundo zumbido como el de la estática y me quede escuchándolo, nerviosa y asustada. Empecé a abrir la boca para decir algo, cuando me sobresaltó la misma voz metálica e inhumana que dijo:
Mensaje recibido.
Y a continuación colgaron, dejándome con el tono de espera. Yo estaba aterrada pero cuando mi hermana volvió, puse mi mejor cara de valentía, le di un beso y le dije que la veía para cenar.
Al llegar a casa me encontré con una desagradable sorpresa esperándome. El tipo con cara de sapo y otros tres gorilones más a su lado estaban en la puerta. Me dijo que querían hablar con mi hermana, les dije que ella estaba trabajando y les pedí que se corrieran para poder entrar a mi casa. No me gustó ni como me miro el tipo alto y con la cara tajada, ni como el cara de sapo les dijo que se apartaran mientras me sonreía. Me preguntó si mi hermana ya estaba lista para vender y yo me volteé para gritarle cuando el hombre con la cicatriz me agarró el brazo. Yo empecé a gritar y el cara de sapo le ladró que me soltara. Caí al suelo y el me ofreció la mano para levantarme y yo acepté, asustada y furiosa conmigo misma por ser tan débil. Me dijo que le avisara a mi hermana que volvería y se fue, deseándome buenas noches. Al entrar y cerrar con llave, dejé escapar un suspiro de alivio que al voltearme se transformó en un grito de terror.
                            * * * * *
Primero lo vi como un perro, uno grande y negro de furiosos ojos rojos pero solo fue por un instante porque al abrir los ojos nuevamente, había frente a mi una nena, un poco mas chica que yo, tanto en edad como en altura. Tenia un guardapolvo blanco como el mío solo que el de ella estaba gastado y sucio y le quedaba grande de mangas y corto de largo, viéndosele las piernas con zapatitos marrones y medias negras. Tenía el pelo gris, casi plateado, con el flequillo cortado en taza a la altura de la frente y largo a los costados, tapándole las orejas.
Estaba parada de forma muy extraña, con los hombros caídos y mirándome un poco hacia arriba mientras cabeceaba de manera rítmica al hablar. Si lo veías de lejos parecía una nena de secundaria, ordinaria aunque algo rara. Pero al mirarla de cerca, dos cosas delataban que no era humana.
La segunda eran las orejas de perro que le salían de la cabeza, que no eran falsas porque se movían mientras hablaba; y la cola de perro, grande y peluda, que salía de detrás del uniforme, la cual se movía de manera un tanto siniestra, como si tuviera mente propia.
Y la primera eran sus ojos. Unos ojos grandes y aterradores que le ocupaban casi toda la cara. Eran rojos con fondo negro y sin pupila evidente,  apenas una fina línea negra en ese iris de color rojo sangre, que temblaba ligeramente al ritmo de sus cabeceos.
Me quede mirándolo fijo unos instantes y entonces abrió sus delicados labios y dijo:
Vos me llamaste.
 No parecía una pregunta sino más bien una afirmación. Y continúo:
Puedo proteger lo que me pidas, si firmas un contrato conmigo.
Se quedo callada, sin más movimiento que su cabeceo hipnótico. Yo estaba conmocionada y no se de donde surgió mi voz que grito:
- Po-por favor! Protegé esta casa! Al menos hasta que podamos pagar las deudas! Por favor!
Unos interminables segundos de silencio más hasta que, sin decir palabra, movió el brazo y sacó la mano de su manga izquierda, sosteniendo un llaverito del que colgaba una figurita en miniatura del mismo. Lo mire confundido y el explicó:
Toma este llavero. Si lo haces, sellaras el contrato conmigo.
Empecé a alargar la mano cuando el me interrumpió:
Pero- me dijo.- existe un precio a pagar. Al finalizar el contrato, tomare como pago tu posesión mas preciada.
Me detuve en seco y mi mente se inundo de recuerdos de nuestra infancia, de mi hermana y yo jugando en el jardín (que ahora solo era un enorme pastizal), recordando el joyero de mi madre, que mi hermana se negaba rotundamente a empeñar, no importaba lo severo de las deudas, ya que era el único recuerdo que conservaba de nuestra fallecida madre.
No podía quitarle la cosa que más amaba en el mundo pero si no protegía esta casa ya no importaría. Nada importaría.
Así que tome el llavero con fuerza. El Familiar me miro y, asintiendo, dijo:
Contrato sellado.
Y al instante desapareció, como si nunca hubiera estado allí.
                             * * * * *
Mientras cenábamos, le conté a mi hermana de la visita del cara de sapo y ella rompió en lágrimas otra vez. Me dijo que este hombre quería comprar la casa para demolerla y construir un negocio o algo así. Mi hermana le había dicho que no varias veces pero estaba cada vez mas endeudada y se vio obligada a pedirle un préstamo, un "incentivo para la venta", como le dijo ese día en la cocina, mientras le sonreía con esa horrible cara de sapo llena de verrugas. Y ahora mi pobre hermana no sabia que hacer. Yo la abrace y le frote la cabeza y le dije que todo estaría bien. Esa noche dormimos las dos en mi cama abrazadas como cuando éramos niñas.
                            * * * * *
Ya entrada la noche, escuchamos un ruido venir del comedor. Mi hermana me ordenó quedarme quieta y salió armada con un escobillón. La vi desaparecer en el pasillo y sostuve la almohada con nervios cuando escuché su grito entrecortado. Salí corriendo y allí estaban en medio de la oscuridad, los tres tipos de hoy a la tarde y uno tenia a mi hermana agarrada por el cuello. Me gritó que corriera y pidiera ayuda y como uno bloqueaba la puerta de salida, me metí en el comedor.
Grité, pidiendo ayuda, a la policía, los vecinos, quien fuera. Recordé a El Familiar y le grite que viniera a salvarnos.
Tropecé con mis propios pies y al levantar la vista me encontré con el rostro fantasmal de El Familiar, mirándome desde un ángulo imposible y sin expresión alguna. Con el mismo monótono e inhumano tono de voz me dijo:
Me contrataste para proteger la casa. No a ustedes.
La sangre se heló en mis venas mientras el silencio envolvía la casa. Entonces el cara tajeada me agarró por la cintura y me levantó en el aire hasta la cocina, donde tenían a mi hermana. Uno de ellos tenía un hacha y se fue al comedor a empezar a romper los muebles mientras los otros dos nos subían a la mesa de la cocina y empezaban a arrancarnos la ropa. Lloramos y gritamos con todas nuestras fuerza pero nadie venia en nuestra ayuda. Entonces se escuchó un grito desgarrador y el sonido del hacha al caer de golpe. El cara tajeada me soltó, sacó una pistola y le dijo al otro que soltase a mi hermana y fuera a ver que pasaba.  Corrí a los brazos de mi hermana y las dos nos acurrucamos en el piso mientras el tajeado nos gritaba que nos calláramos. Hubo unos minutos de silencio hasta que escuchamos un nuevo grito y vimos una sombra monstruosa abalanzarse sobre el otro hombre. El tajeado empezó a gritarle a la nada:
- ¿Quien e, eh!? ¿Quien anda ahí!? ¡Salí, dale!!- y empezó a dispararle a la oscuridad.
Mi hermana tenía los ojos cerrados y en lágrimas y me pedía que no mirase y me quedara quieta pero yo no le hice caso y tenía los ojos bien abiertos, mirando como el tajeado vociferaba al aire, buscando pelea.
El Familiar se apareció, colgando, o mas bien, suspendido del techo.
El tajeado se volteo.
Cerré los ojos.
Escuche un rugido horroroso seguido de un grito de terror.
Todo se oscureció.
                            * * * * *
La policía no tenía explicaciones. Sabían que dos chicas tan frágiles como nosotras no pudimos haber hecho esto, así que nos recomendaron poner una reja y olvidarnos del asunto. No volvimos a saber del cara de sapo. Mi hermana renunció a la telefónica y consiguió un nuevo empleo como recepcionista de un consultorio oftalmológico, con mejor sueldo y más horas libres.
Yo me gradué de la secundaria con altas notas y, aunque a mi hermana mucho no le gustaba, conseguí un empleo en una librería cercana a casa. Al año, ya habíamos pagado todas las deudas.
Todo iba bien.
Un día entre en la cocina y allí estaba El Familiar, parado en medio de la sala, sin proyectar sombra alguna. Con el mismo rostro inexpresivo de la primera vez, me dijo:
Ya expiró el contrato.
Yo me quede enmudecida, incapaz de entender. Cuando reaccioné, corrí al dormitorio de mi hermana, saqué la llavecita de su escondite debajo de la lámpara y abrí su cajón, sacando el joyero de mamá. Dudé unos instantes y al voltear, me sobresalto El Familiar, que ya estaba a mi espalda. Sostuve la caja en mi pecho unos segundos y luego se la extendí pero el solo me miró con esa mirada vacía.
Algo estaba mal.
Moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, más como una serpiente que como un perro, me dijo:
Tu posesión más preciada.
No entendía. ¿Que mas podía ser si no...
- ¿Que es eso?- dijo mi hermana, que estaba parada en el umbral.
Permanecimos unos instantes en silencio los tres hasta que comprendí.
Comprendí porque mi hermana se veía tan asustada. Vi lo que veían sus ojos, lo que yo vi la primera vez.
El enorme y demoníaco perro negro de ojos rojos, salido del Infierno.
El Familiar saltó y de un solo mordisco, abrió el pecho de mi hermana y devoró sus entrañas.

                              * * * * *


Ahora ya nada importa.
Solo permanezco sentada, sosteniendo la caja con las joyas de mi madre fuertemente en mi pecho.
No escucho nada.
No siento nada.
Ni los policías al entrar a la casa, ni cuando me subieron a la ambulancia, ni los tres días en los que mi hermana se fue pudriendo lentamente.
Solo permanezco sentada, mirando el vacío, recordando la casa de mi hermana y mía.


Nuestra casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario