domingo, 2 de octubre de 2011

La Daga de Cobre: Capitulo V

Bienvenidos! Finalmente subido el quinto capitulo!
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Disfruten!

                                    V

                       El Manto Rojo

El Tano parecía más un orangután que un hombre. Tenía una espantosa joroba, los ojos saltones y los brazos demasiado largos. Su especialidad eran los cuchillos. El Cimarrón era uno de esos esclavos libertos o mejor dicho fugitivos. Pertenecía a alguna tribu africana cuyo promedio de estatura superaba los dos metros. Estaba desnudo de la cintura para arriba, había aprendido a usar sus cadenas de castigo como un arma y las llevaba enroscadas alrededor del torso. El Gringo venia de algún país extranjero pero tenía el acento tan marcado que nadie podía adivinar de cual.  Fungía como el líder de los tres simplemente porque era al que mas le gustaba hablar, lastima que no lo hacia en castellano realmente. Usaba un traje blanco inmaculado y portaba dos grandes y dorados revólveres. 
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                                          V

 El Manto rojo

El Tano parecía más un orangután que un hombre. Tenía una espantosa joroba, los ojos saltones y los brazos demasiado largos. Su especialidad eran los cuchillos. El Cimarrón era uno de esos esclavos libertos o mejor dicho fugitivos. Pertenecía a alguna tribu africana cuyo promedio de estatura superaba los dos metros. Estaba desnudo de la cintura para arriba, había aprendido a usar sus cadenas de castigo como un arma y las llevaba enroscadas alrededor del torso. El Gringo venia de algún país extranjero pero tenía el acento tan marcado que nadie podía adivinar de cual.  Fungía como el líder de los tres simplemente porque era al que mas le gustaba hablar, lastima que no lo hacia en castellano realmente. Usaba un traje blanco inmaculado y portaba dos grandes y dorados revólveres. 
Los tres sonrieron ante la perspectiva de una presa fácil.
En la puerta Eduardo, el portero, estaba tirado en el suelo con uno de los puñales del Tano clavado en su pierna. Yolanda se le acercó para revisarlo.
- Decilé a todos que se alejen. Y perdóname.-  dijo el gaucho.
- No hace falta que te disculpes. Las cosas son siempre más emocionantes con vos alrededor.- le respondió Yolanda.
El gaucho casi le sonrió.
Todavía mareada por el licor, Ariel tropezó al tratar de salir y Yolanda tuvo que detenerla.
El gaucho avanzó hasta los tres hombres quienes sonrieron y lo dejaron ser. Ellos no tenían tantos miramientos. De hecho, les convenía que el gaucho fuese tan moralista. Podían poner en peligro a los transeúntes y obligarlo a rendirse si era necesario pero la verdad era que hacia tanto tiempo que no tenían una pelea que tenían intenciones de disfrutarla lo mas posible.
- Thank you por el dato.- le dijo al buchón de la cantina que el cimarrón sostenía por el cuello de la camisa. Tras la confirmación, lo arrojó al suelo con asco.
- Hello!- dijo el Gringo- Mister gaucho, usted tener una reward por su cabeza. Nosotros somos gun for hire, comprende? Vinimos a por ud.
El gaucho no dijo nada. Se limitó a mirarlo con asco.
- Please, no se enojé. Nosotros solo hacemos nuestro trabajo, ok?
Con sus ojos dorados encendidos el gaucho les advirtió:
- Si no quieren que los ensarte como churrasco de croto, lárguense. ¡AHORA!
Los tres sonrieron y atacaron a la vez. Una bola de acero salió volando en dirección al gaucho, el Gringo desenfundó y disparó a la vez que el Tano saltaba como una rana con los cuchillos como colmillos. El gaucho esquivó la cadena, la bala atravesó su poncho sin dañarlo y con un giro le asestó una potente patada directo a la boca del Tano, destrozándole la mandíbula.
El Tano espetó unas maldiciones indescifrables mientras el Gringo silbaba. El Cimarrón recupero su cadena, casi arrancándole la cabeza al Gringo con la bola de acero, y empezó a hacerla girar sobre su cabeza. Ariel tenía el corazón en la boca. Entonces para sorpresa de todos, en lugar de arrojar la bola de acero hizo pasar la cadena sobre sus hombros y entró a girarla con el cuello. El buchón aprovechó el momento para escabullirse detrás de las ruinas de la entrada del quilombo. Con una voltereta el cimarrón  se fue acercando al gaucho. Pronto este se vio envuelto en la danza mortal del africano. El Cimarrón giraba sobre si mismo  y las cadenas comenzaron a atrapar al gaucho, como si fuera una tela de araña. El Tano y el Gringo sonrieron, seguros de su victoria.
El gaucho entonces hizo un movimiento imprevisto, usando el poncho para rodearse a si mismo y desaparecer, atravesó la apertura natural que dejaban las cadenas y saco el puñal de dentro del poncho, golpeando al Cimarrón en la pera con el mango.  El golpe hizo caer de espaldas al africano pero este se levanto enseguida con ayuda de sus manos e hizo girar las cadenas una vez más. El gaucho se apoyo en una mano y se lanzo hacia adelante.
Estilo Estrella Federal! Refocilo Boliado!
El golpe del gaucho destrozó las cadenas, derribando una vez más al Cimarrón. Cuando este levantó la cabeza vio que el gaucho sostenía la bola de acero en su mano. El gaucho dejo caer la pesada esfera, dándole a entender que se diera por vencido. El Tano, tramposo por naturaleza, aprovechó el momento y le arrojó una lluvia de puñales. Ariel se atragantó con un grito. Sin voltearse siquiera, el gaucho los bloqueó todos al vuelo con su poncho.
Genuinamente impresionado, el Gringo le dedicó un aplauso.
- Very very good, mister gaucho. Pero me temo que este pequeño acting ya se alargo demasiado.
A la señal, los tres compañeros coordinaron. El Cimarrón dio una nueva pirueta y enlazó las cadenas restantes alrededor del gaucho quien atinó a protegerse la garganta con su mano izquierda pero perdió la movilidad de la derecha y su arma. El Gringo tenía la mano lista sobre el revolver, era un tiro certero. El Tano sacó una hoja curva de treinta centímetros y se subió a la espalda del gaucho, dispuesto a abrirle la garganta.
Ariel estaba hecha un mar de lágrimas. Deseaba tanto tener un nombre que poder gritar.
El plan era infalible, el Cimarrón lo inmovilizaba, el Tano le abría el cuello y el Gringo lo remataba. Hasta ahora nunca había fallado.
Hasta ahora.
Con un feroz grito, el gaucho se sacó el poncho con los dientes y atrapó al Tano. El mismo movimiento le permitió doblarse de tal manera que alcanzaba el facón con la mano derecha, que había quedado atrapada en su espalda y sacándola de la vaina, destrozó las cadenas que lo sujetaban junto con el Tano, quien salió disparado en un torrente de sangre. Asustado, el Cimarrón trató de escapar pero el gaucho lo alcanzó al vuelo y le cortó los pies.
Estilo Estrella Federal! Refocilo Desocado!
Solo quedó el Gringo, aterrado y empapado con su orina. El gaucho empezó a avanzar hacia el, los ojos dorados bien abiertos, brillando con furia. El Gringo asustado, disparó con ambos revólveres. Más veloz que la vista, el gaucho sacó su poncho y paró las balas en pleno vuelo, cayendo inútiles al suelo. El Gringo largo un chillido de terror y dejo caer sus armas.   
- ¡Please, me rindo, stop!
El gaucho se detuvo y lo miró con desprecio. Luego se volvió sin prisa hacia el quibombo. Con una risa, el Gringo metió la mano en su cintura y sacó una tercera pistola oculta. Antes de que Ariel pudiese prevenirlo, el gaucho se volteó y le arrojó el poncho, anulándole el campo de visión. Con un solo golpe, le cortó el brazo a la altura del codo. El Gringo chillaba al ver su sangre salir disparada de su cuerpo.  Sin darle más oportunidades, el gaucho le atravesó el estomago y cortó hacia arriba, cumpliendo su promesa de achurarlo y haciendo nacer una nueva oleada de sangre que lo empapó de pies a cabeza. 

- ¿Ves?- le dijo Yolanda a Ariel mientras le sostenía los hombros - Por eso los llamaban Infernales. El vive en un infierno de sangre y pólvora del que no puede escapar. Si acaso pretendés quedarte a su lado, mejor que te vayas acostumbrando.
Ariel miró fijamente a la solitaria figura bañada en sangre. El líquido escarlata le empapaba la camisa, dándole el mismo color del poncho y chorreaba de su arma y sombrero pero su rostro permanecía impasible.
En la oscuridad, a Ariel le parecía que estaba  llorando.

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