sábado, 15 de octubre de 2011

La Daga de Cobre: capitulo XIV

Bienvenidos! Capitulo 14, Rezagados, subido!
Disfrutenlo!

                                             XIV

                                      Rezagados

Ahora que el gaucho y Milallobo estaban solos tras la huida de los soldados, este podía terminar su transformación y relamerse tranquilo la sangre de Villamonte de sus dientes. En su nueva forma le costaba respirar y se lo veía expulsando vapor des sus bigotes.
- Veo que le hacés honor a tu apellido.
- Jeh,* ah ah* si. Me temó que mi abuelo no fue lo bastante estricto, el Pincoy terminó poniéndose el gorro por todas. También *ah ah* con todas esas indias en enaguas paseándose por la orilla… bien * ah ah*  quien puede culparlo?
- Contéstame una cosa, ¿porque busca el Magno Oncoy las Armas del Potosí? ¿Para evitar que se las use contra Inkarri o acaso para contenerlo? (...)
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                                   XIV

Rezagados

Ahora que el gaucho y Milallobo estaban solos tras la huida de los soldados, este podía terminar su transformación y relamerse tranquilo la sangre de Villamonte de sus dientes. En su nueva forma le costaba respirar y se lo veía expulsando vapor des sus bigotes.
- Veo que le hacés honor a tu apellido.
- Jeh,* ah ah* si. Me temó que mi abuelo no fue lo bastante estricto, el Pincoy terminó poniéndose el gorro por todas. También *ah ah* con todas esas indias en enaguas paseándose por la orilla… bien * ah ah*  quien puede culparlo?
- Contéstame una cosa, ¿porque busca el Magno Oncoy las Armas del Potosí? ¿Para evitar que se las use contra Inkarri o acaso para contenerlo?
- Jeh, ¿a mi me lo preguntas? No tengo * ah ah* idea. Yo no cuestiono a esos viejos achacosos. Lo único que hago *ah ah* es disfrutar del poco tiempo que me queda. 
- ¿Que querés decir?
- *ah ah*  Me sorprende que lo preguntes, gaucho. Después de todo *ah ah*,  tu y yo somos iguales. Nuestros pueblos nacieron en estas tierras, los primeros hijos de las Américas y ahora estamos siendo desplazados. Cada día *ah ah* mas y más ciudades son alzadas, arruinando la tierra y el mar. Los ejércitos “patrióticos” derriban *ah ah* bosques y pampas a su paso, dando caza a mi especie y esclavizando a la tuya. Pronto * ah ah* no quedara ninguna y todos serán “hijos de europeos”. 
El gaucho permaneció en silencio, sopesando las palabras de Millalobo. La voz del Anta Lluki llegó junto al viento, ordenándole que hacer. El gaucho se sostuvo el chambergo para que no se volase y expuso su opinión.

- Tenés razón en que los tiempos cambian, en que la ciudad crece y el campo se achica pero lo que nunca cambia, es el deseo del hombre por vivir. De vivir su vida como le plazca. Es por eso que empuñó este puñal, para garantizar la libertad de todos los hombres por igual. Ese es el verdadero sentido de la Estrella Federal.- golpeando la punta de la empuñadura con su palma enfatizó.- ¡Y en tanto pueda mantenerme en pie seguiré luchando por dicho ideal!
Millalobo no estaba impresionado sino molesto pero lo ocultó bajo una sonrisa, que mostraba todos sus nuevos y afilados colmillos.
- Bien, como *ah ah*  prefieras. Si morir como un tonto idealista es tu deseo *ah ah* encantado de cumplírtelo!!!!
                          * * * * * 
Gorrichi sostenía a Ariel por la pierna, zarandeándola de un lado a otro mientras le apuntaba con un cuchillo.
- ¡Decimé! ¡Decimé donde esta ese condenado bastardo!
Santiago se despertó del golpe con la cabeza sangrando.
- ¿Por que debería?- le contestó Ariel.
Santiago notó que a pesar de la situación, no perdía el brillo en su mirar. 
- ¡Contéstame, pendeja punta! ¡O te mato ahora mismo y le regalo tu cabeza a ese mulato para que entienda de una vez lo que es sufrir!
- ¡Dalé, hácelo! ¡Córtamela, a ver que te pasa a vos!
Gorrichi enmudeció.  
- ¡No sos mas que un cobarde! ¿No te das cuenta de que mi maestro no te mata por lastima? No se rebajaría a matar a un oponente más débil que el solo porque molesta. Todas las veces que mató lo hizo porque tenía que proteger a otros. Mató a esos soldados para salvarme, mató a esos mercenarios para proteger a Yolanda. ¡Por eso mismo huyó cuando nos atacaste en las montañas, para no poner en peligro al Epunamun y su gente! ¡No piensa únicamente en el, a diferencia tuya! ¡Por eso mismo nunca vas a poder ganarle no importa lo que hagas, porque solo sos un cobarde egoísta!
- Ca…cállate, mocosa!

Santiago se colocó en medio, parando el golpe con el estomago. El golpe le hizo escupir sangre pero permaneció de pie. 
- E…ella tiene razón. No eres más que un cobarde. Atacando a una mujer sola con un bebé, tomando a una chica como rehén. Puede que deteste a ese sur y chilchi… pero el es mucho mas hombre que vos!
Enceguecido por la furia, Gorrichi trató de achurarlo pero Santiago detuvo el facón con la palma. Ignorando el dolor de la hoja atravesándolo, Santiago le sacó el cuchillo y le asestó un golpe con la empuñadura en el entrecejo.
Estilo Estrella Federal!! Refocilo Abombado!!
Gorrichi permaneció de pie unos segundos y luego cayó inconsciente.
Ariel estaba sin palabras.
Con un ojo cerrado y sangrando por tres lugares diferentes, Santiago se sacó el cuchillo y esquivó la cuestión:
- Yo también aprendí un par de cosas. 
Ariel le tocó con la punta del dedo en las costillas y un relámpago de dolor atravesó el cuerpo del pobre Santiago. Ariel se disculpó con una sonrisa. Santiago fue a ver a su madre que estaba recuperando la conciencia. Le habían golpeado por detrás y no recordaba mucho ni sabía si el gaucho había regresado del río.
- Mejor vámonos. Este lugar ya no es seguro. – aconsejó Ariel. 
Santiago tomó a su hermanita y los tres salieron solo para toparse afuera con una pared humana de hombres armados. El resto de las fuerzas de Villamonte los habían atrapado. Ariel no podía esperar enfrentarse a tantos, con Santiago herido y su mamá y hermanita en medio. Tormenta estaba luchando, escapándose de los lazos pateando y empujando a los que podía pero eran demasiados. Los soldados les ordenaron rendirse y a regañadientes los tres alzaron las manos.
Una ráfaga de viento surgió de la nada y una figura de cabellos largos se interpuso entre los dos grupos. En cuestión de segundos, la misteriosa aparición acabó con todos los soldados, bloqueando las balas con su macana y rompiendo cabezas y brazos con la punta en forma de estrella argentina. Ariel se congeló de pavor, contemplando la espalda de Tupa Yawar.
                           * * * * *

Una de las especialidades del Estrella Federal era utilizar patadas y volteretas para desestabilizar al oponente y generar la oportunidad de una estocada pero estas tácticas no surtían efecto en la piel aceitosa del hijo del Pincoy. Las botas de potro del gaucho resbalaban y quedaba expuesto a las garras de la bestia mestiza quien le arañó el pecho. 
Millalobo rugía de satisfacción. 
- Todas esas maromas no te van a servir de nada. ¡Si lo que pretendes es que me seque y me endurezca, estas subestimando mi agilidad!
Para reforzar sus palabras, Millalobo se lanzó sobre el gaucho a una velocidad pasmosa, deslizándose por entre el pasto y chocándolo de frente. Millalobo estaba seguro de haberlo herido y sonrió aun mas al ver rojo frente suyo pero resultó no ser sangre del gaucho sino su poncho. Millalobo se dio cuenta que todas las volteretas habían sido para acercarse al poncho agujereado.
Millalobo atacó una vez más pero ahora que tenia el poncho, el gaucho lo usó para desplegarlo sobre su lomo para así lograr hacer pie y clavarle el puñal en el hombro. Millalobo lanzó un alarido de dolor y apartó al gaucho de un zarpazo. A mitad de la caída, el gaucho vio que Millalobo se le venía encima otra vez con las fauces abiertas de par en par. El gaucho tuvo que sacrificar su poncho que fue destrozado bajo las fauces de Milallobo. Falló en hacer pie y cayeron ambos rodando hasta la margen del río. Cuando logro incorporarse, Millalobo salía de las aguas, cubierto de musgo y hojas con los colmillos chorreando babas y sangre. 
- Ahora estas en mis dominios. Acá en el agua, no vas a poder hacer tus piruetas. ¡¡¡Voy a arrancarte la cabeza!!!
Millalobo se le abalanzó con las mandíbulas expuestas mientras le gritaba:
- ¿¡¿¡¡¿De que te sirven todos tus “lindos ideales” ahora?!?!?!?!
Millalobo aplastó al gaucho con su peso y lo hundió hasta el fondo.
El río pronto se calló y empezó a teñirse de rojo.
                           * * * * *
Tupa Yawar se acercó al grupo. Santiago y su madre no entendían que pasaba pero habían visto como ese hombre destrozaba un contingente entero el solo. Tupa Yawar colocó la punta de la Qullqi Chuki frente a la nariz de Ariel quien no se movió ni un centímetro aunque su herida se había reabierto ante la presencia del Arma del Potosí.

- No temas. No voy a matarlos.
- Lo se. Quiere matar a mi maestro.
- Lo que busco es un duelo honorable con otro portador de una de las Chunka Kimsayuq Ayñi. Como dije, si quisiera simplemente matarlo, lo hubiese hecho en cualquier momento. 
- Y entonces, ¿porque no vas y lo enfrentás? 
Tupa contempló esos ojos castaños que se teñían de dorado. Ojos fuertes y sin temor.
- No puedo ignorar los antiguos preceptos. He de esperar a la luna en cuarto creciente que dictamina el duelo.
- Mentira. Solo estas esperando el momento en que tu arma sea más fuerte. Mi maestro me explicó que las armas fueron forjadas bajo la bendición de Mama Quilla y cada una tiene una luna guardiana. La suya es la luna menguante. Solo querés tener la ventaja.
La fachada de Tupa se quebró por un segundo. Ariel era demasiado perceptiva. Había visto que bajo esa mascara de honor y entereza, Tupa era tan solo otro agente rastrero del Magno Oncoy.
- ¿En serio? Y también te explico que el anciano en la entrevista en Guayaquil era un miembro traidor del Magno Oncoy?
Ariel no dijo nada y siguió mirándolo con firmeza. Recuperando la compostura, Tupa se explicó:
- Es por la voz, de hecho. Este Qullqi Chuki me habla en sueños. Me cuenta de una época dorada cuando los Sapa Inqa gobernaban un imperio justo y noble donde imperaba el orden y la prosperidad. Una época de rectitud y entereza. Esta arma me habla de esos tiempos del ayer y me obliga a recuperarlos, a restaurar el autentico esplendor de estas tierras resucitando a su escogido soberano. ¿Tu también la oyes, verdad? La voz de los antiguos. 
- ... Si, pero mi voz habla de muerte y ocaso. De los últimos días de un imperio decadente, donde los hombres adoraban a un falso dios, dándole la espalda a todos sus valores. Me muestra a los cielos sollozando y la tierra gimiendo y me dice que marche hacia el horizonte, hacia el ocaso. Dejando morir este día y dar paso a la noche. 

Con una falsa sonrisa, Tupa retiró su arma. 
- Ya veo. Justamente el aymoray es un canto a la tierra cargado de melancolía. Adecuado. Escúchame, mi orden es la de recuperar el Anta Lluki, ya que en ella esta inscrito el conocimiento de las partes del Sapa Inqa, a cualquier precio. Esperare a que se descubra la localización de la tumba y reclamaré la daga y la pieza yo mismo. No sufrirán ataques de mi parte hasta dentro de tres noches pero no puedo garantizar lo mismo de otros agentes. ¿Comprendes?
- Comprendo.
- Entonces, hasta el paqariq killa.
                          * * * * *
De las aguas carmesí se alzo una mole de carne y cabellos con colmillos y garras afiladas. Millalobo estaba entero pero no respiraba. Se desplomó con la mandíbula partida en dos y los ojos muertos, mirando hacia el cielo.  El gaucho salió por detrás, cubierto de sangre. 
- Te dije *ah ah* que mientras respire *ah ah* jamás dejare de luchar por ese “lindo ideal”. 

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